Nuestro actual modelo cosmológico está sostenido en descubrimientos que se hicieron hace casi cinco siglos: el heliocentrismo de Copérnico y Galileo y las 3 leyes de los movimientos planetarios de Kepler, que explican a la perfección las archiconocidas órbitas elípticas que siguen los planetas, son los más básicos pilares de la astrofísica moderna.
Sin embargo el resultado de este modelo, no responde ni mucho menos a la perfecta armonía que imaginó Copérnico cuando se propuso revisar el geocentrismo vigente durante tantos siglos. A Copérnico no sólo le causaba extrañeza la creciente y enrevesada complejidad de aquél sistema sino también y sobre todo, su completa desarmonía. Aquello más que un verdadero universo parecía un monstruoso engendro formado por los miembros de criaturas distintas que nada tenían que ver entre sí unas con otras.
Siglos después, y con la aportaciones de la inercia y la gravedad de Sir Isaac Newton (de Einstein hablaremos más tarde) tenemos ya un modelo de sistema solar enormemente simple (la sencillez es el sello de la verdad, diría Heisenberg), pero igualmente carente de armonía: las órbitas planetarias tienen cada una cada una inclinación diferente, los ejes de rotación de los planetas tiene cada uno una inclinación distinta, las elipses orbitales tienen excentricidades distintas, las velocidades de orbitación varían según la posición de cada planeta con respecto a su estrella, acelerándose al acercarse a ella y frenándose al alejarse de la misma, como si los planetas fueran bólidos de carreras dotados de motores turboalimentados y frenos de disco hiperventilados que abren y cierran un poderoso (y siempre efectivo, por cierto) kers a voluntad…
¿Y cuál es la causa que justifica todas estas divergencias, lo que da una explicación coherente y racional a este estado de cosas? pues lo único que da uniformidad a este sistema es algo tan poco coherente y racional como el azar… sí, el azar, esa cosa antojadiza y caprichosa que pone de aquella manera todas las cosas, según vayan cayendo aquí y allá, torcidas hacia un lado y hacia otro así por que sí, como cuando garbancito iba echando las miguitas de pan sin orden ni concierto para no perderse en el camino de vuelta… ¿o era pulgarcito?… el mismo azar que fundamenta la física de partículas desde el pasado siglo XX por obra y gracia de los padres de la Mecánica cuántica.
Qué bien, ¿no? la Física se ha convertido en creencia y la creencia en dogma, porque como uno no crea en el azar no se sostienen los modelos vigentes…
Bueno pues en este blog vamos a escribir sobre una cosa teórica que no vamos a llamar «Física». Porque para escribir sobre física, pues ya están los físicos… en otro tiempo físico era todo aquél que observaba la naturaleza, se extrañaba ante ella y se preguntaba a cerca de los por qués. Pero físicos hoy son quienes han ido a una universidad de física, han estudiado y han aprendido las cosas de física que les explicaban otros físicos, y creen en las cosas que hay que creer para ser físico, entre ellas el misterioso azar.