La noción de espacio que se subyace en los modelos aceptados por la física es la de un universo único y estático en el que los objetos celestes se mueven por inercia y las múltiples asimetrías que se observan se entienden producidas por azar.
Cuesta mucho tiempo y esfuerzo cambiar los paradigmas asumidos. Es como si un hubiera un velo delante de los ojos de los científicos que les impidiera ver los más obvio. Y es que los paradigmas no surgen de buenas a primeras, se han ido formando y consolidando a través del tiempo, apoyándose en ideas previas previas, corrects o no, en presupuestos filosóficos, en nociones matemáticas que surgieron. La idea de gravedad de Einstein como la curvatura de un espacio no surge de buenas a primeras de la mente de un ser superdotado y genial (qué desagradable es esta costumbre de la ciencia de crear y cultivar sus propios mitos) si no que antes hubo muchísimas discusiones entorno a la idea de espacio y una gran revolución matemáticas como fue el surgimiento y desarrollo de la geometría no euclidiana a finales en el siglo XIX. La geometría hiperbólica surgió y así se ha desarrollado también hasta ahora sobre la idea de un espacio estático.
No se ha medido a día de hoy que exista una variación periódica en el campo de gravedad entorno al cuál orbita nuestro planeta Tierra. Sin embargo si que es conocida la existencia de los púlsares, en los que existe una expansión y contracción periódica, las ondas gravitacionales que producen se están intentando medir actualmente. Y ya este año 2016 se han logrado medir por vez primera ondas gravitacionales. Es decir, a mi mode de ver existe un avance evidente hacia un nuevo paradigma de espacio dinámico. Pero ese avance está produciendo todavía desde dentro del armazón rígido, que se está quedando pequeño ya, del modelo actual de sistema solar – de espacio estático – que es el modelo de Copérnico modificado por las leyes de Kepler y perfilado con las cada vez más precisas mediciones posteriores, y explicado en parte por la teoría de la gravedad de Newton y por la hipótesis del Big bang.
Si Copérnico viviera hoy se quedaría alucinado de lo que han hecho con su modelo heliocéntrico. A mi no me cabe ninguna duda que lo cuestionaría inmediatamente. Porque el modelo actual está lleno de asimetrías que no están explicadas, no existe una explicación racional – el azar no es ninguna explicación – mecanicista – la mecánica de Newton no es mecanicista en absoluto – y única – sólo hay hipótesis creadas ad hoc, para cada caso – para las asimetrías y fluctuaciones periódicas de nuestro sistema solar. Cuando Copérnico comenzó a cuestionarse el modelo geocéntrico (hay que recordar que con ese modelo también se lograban predecir eclipses) lo hizo porque la enorme complejidad que había adquirido le pareciera extraña, lo hizo porque las asimetrías que aparecían no tenían ninguna base racional, aquello le parecía según él mismo dejó escrito, como una escultura monstruosa formada con los miembros de distintas figuras. Un engendro irracional, vamos.
Él tenía interiorizada una idea de perfección, de armonía, de regularidad, un sistema geométrico claro y sencillo donde los movimientos eran circulares y constantes. Y resulta que Kepler descubre que las órbitas no son circulares sino elípticas y que los movimientos no son regulares sino que hay aceleración y desaceleración periódica. Y entonces llega el señor Newton (otro de los mitos de nuestra ciencia) y en lugar de buscar una explicación racional para las asimetrías, en lugar de buscar la simetría escondida de las asimetrías y su causa, se inventa la idea disparatada de que hay una fuerza de atracción y desarrolla las matemáticas que la justifican.
Newton era perfectamente consciente (y lo dejó escrito) de que decir que la gravedad es una fuerza de atracción no es una explicación mecanicista. La única explicación mecanicista posible es considerar la gravedad como una fuerza de empuje o presión – es la idea de Fatio y Le Sage que el propio Newton conocía porque era amigo de Nicolas Fatio, pero que prefirió dejar de lado porque al fin y al cabo no era la suya.
Entonces a día de hoy no hay una explicación mecanicista sobre por qué las órbitas planetarias tienen cada una excentricidad diferente (unas órbitas son más elípticas que otras), por qué cada órbita y cada eje de rotación planetaria tiene una inclinación distinta, por qué algunos planetas están rotando en sentido inverso a los demás. En vez de cuestionarse la validez del modelo de sistema solar – que en realidad es el mismo modelo geocéntrico solo que poniendo en el centro al sol en vez de a la tierra y parcheado sucesivamente con las asimetrías que se fueron midiendo – se dejan inexplicadas las asimetrías o se aceptan hipótesis peregrinas para cada caso. Las hipótesis se admiten sin pestañear cuando no se oponen a los paradigamas aceptados porque viene a hacer una función de sostén, de ocultamiento de las inconsistencias. Es más cómodo seguir con el velo sobre los ojos que ponerse a cuestionar los fundamentos.
Pero siempre hay un momento en que llega a hacerse evidente que hay que revisar los fundamentos, que aquello no se sostiene. Que sí, que ese modelo antiguo nos ha servido para algunas cosas, que nos ha permitido hacer algunos avances, que tenemos algunos aparatos navegando por el espacio y hemos llegado a algunos planetas con ese modelo, pero que en lo que nos permitió avanzar de algún modo en el pasado es justamente lo que nos está impidiendo avanzar ahora. Así ocurrió por ejemplo con el descubrimiento de la geometría hiperbólica.
Al principio las nuevas ideas son completamente ignoradas por la «Comunidad científica» (qué palabra tan fea) pero al cabo de unos años las nuevas ideas empiezan a fructificar como si ya fueran una parte de la mente colectiva de los humanos y surge de forma imperiosa la necesidad de una revisión radical. Es entonces ciando la nueva revolución se hace imparable.
Y eso a mi modo de ver es lo que se está gestando ahora. Todo está apuntando a que existen variaciones periódicas pero todavía no se quiere ver. Las nuevas ideas son completamente ignoradas pero al mismo tiempo se van abriendo paso avances específicos por medio de instrumentos de medición más sofisticados y cada vez más experimentos que apuntan hacia el mismo objetivo, que hacen que los viejos modelos se hagan cada vez más inadecuados a la nueva realidad que se va imponiendo. Se ha llegado a admitir incluso que el espacio está «permeado» por un campo llamado de Higgs que impplica una vibración del vacío. ¿Y qué es una vibración sino una expansión y contracción periódica?
(El tema del mecanismo de Higgs es otra de las locuras científicas actuales; a finales del siglo XIX se hizo un famoso experimento, con los rudimentarios medios de aquella época, para medir y detectar la existencia de un éter en el espacio. A partir de entonces se admite que no existe ningún éter, pero como obviamente el espacio no puede estar vacío, se admite la existencia de «polvo galáctico», «vientos solares», y cosas parecidas. Y ya el colmo es el campo de Higgs, del que se dice que es la vibración del vacío, de un vacío que no está vacío claro porque si no no podría vibrar. Es decir, se retuercen las palabras, los conceptos, a la razón misma, con tal de encajarlos como sea, a golpes, en los antiguos modelos, antes que asumir que ya se han quedado obsoletos.
Y es que ¿en qué lugar quedaría nuestra ciencia si ahora resulta que nuestro modelo de sistema solar no es correct? ¿Qué ocurriría si las excentricidades de las órbitas, los cambios de velocidad de las movimientos planetarios, las fluctuaciones periódicas, los giros inversos, se explicaran por medio de campos de gravedad circulares intersectados que varian con fase igual (expandiéndose o contrayéndose al mismo tiempo) u opuesta (cuando uno se expande el otro se contrae)? Porque lo quieran ver o no (en la época de Copérnico había gente que se negaba a mirar por el telescopio por tenor a lo que podría ver y las consecuencias que tendría que asumir) las elipses de las órbitas no existen, son figuras que nosotros construimos en base a seguir la trayectoria del movimiento planetario. Lo único que existe es el campo de gravedad orbitado y el campo es circular. Y si es el campo es circular y la taryecttoria no lo es, no lo más obvio es considerar que el campo está variando periódicamente. ¿Estamos seguros de que el campo que orbitamos es el del sol que vemos? ¿Estamos seguros de que el sol está en el centro del sistema o se trata de un sistema de campos intersectados del que nuestro sol ni siquiera es el centro?
Lo mismo ocurre a nivel atómico. En la actualidad la física atómica está bloqueada porque se ve que los modelos que permitieron avanzar no dan para más. Y las teorías alternativas que se intentaron para explicar las inconsistencias y arbitrariedades del modelo aceptado – como es el caso de las teorías de cuerdas – se hallan en en un callejón sin salida.
Hay que mencionar que el modelo atómico comenzó a desarrollarse sobre la base de un sistema circular que giraba en torno a un centro, es decir, a imagen del modelo arcaico de sistema solar. Pero ese modelo no servía para explicar las mediciones que se iban haciendo y se terminó construyendo un modelo que carece de representación visual.
La geometría hiperbólica también se desarrolló inicialmente sin una referencia visual. La geometría de Lobachevski consistía en al menos dos esferas (y dos círculos) fijas del mismo tamaño, intersectadas. Tan difícil es caer en la cuenta de que los espacios intersectados no son fijos sino que varían periódicamente, que se expanden y se contaren? Pero si lo estña diciendo a gritos toda la Naturaleza.
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