La ciencia moderna busca fuera de nuestro sistema solar nuevos mundos habitables similares a la Tierra. Y busca también la antimateria, aquella que es igual a otra pero que tiene características diametralmente opuestas. Los Pitagóricos, hace mas de XX siglos, ya intuyeron la existencia de ambas cosas y pretendieron haberlo hallado en el Planeta Antichthon. Etimológicamente, Antichthon es una palabra griega que significa «Anti-tierra» o «Contra-tierra». El planeta Antichthon, cuya órbita sería diametralmente opuesta a la de la Tierra siendo por ello invisible desde aquí, fue propuesto por Filolao de Crotona, discípulo de Pitágoras, en el S.V a.C. Pero fue rechazado de plano por Aristóteles, cuya cosmología prevalecería incuestionada hasta el Renacimiento europeo.
Antichthon no parece tener cabida en nuestro viejo modelo de sistema solar, por más que Venus haya sido considerado a veces como un hermano gemelo de la tierra. Podría ser Venus considerado una anti- tierra, teniendo en cuenta que gira en sentido contrario y que tiene sus polos magnéticos invertidos con respecto a los de la tierra?… el eje de rotación de Venus es casi opuesto el de la tierra, siendo su giro de rotación invertido. Pero para que la anti-tierra fuera diametralmente opuesta, debería tener el eje de rotación inclinado 203º, es decir, 180 grados de inclinación más que el de la tierra que está inclinado 23º.
Partiendo de un concepto de gravedad como campo cíclicamente variable que se expande y se contrae cíclicamente, las posibilidades para la creación de modelos diferentes se abren. Porque un campo cíclicamente variable que se entrelaza con otro campo cíclicamente variable similar a él pero con una frecuencia de variación opuesta, da lugar en la intersección de ambos campos a un nuevo campo compartido cuyo dinamismo puede servir como mecanismo para explicar algunas cosas que permanecen inexplicadas por el modelo actual.
Nuestro actual modelo de sistema solar no es completamente mecanicista. no existe un mecanismo que explique todos los fenómenos y muchos de ellos son explicados por medio de hipótesis creadas ad hoc para cada uno, hipótesis a veces remotas, o simplemente se dejan sin explicación alguna, como caprichos de la Naturaleza que dispuso así las cosas o de esa entelequia usada como comodín por la actual ciencia llamada «azar». Vaya, que las cosas son así por una puñetera casualidad y no hay que buscarle tres pies al gato. ¿O sí?
Si entrelazáramos los dos campos de gravedad ciclicamente variables de dos planetas que orbitan en un mismo plano con ejes orbitales diametralmente opuestos uno del otro, por ejemplo el planeta tierra y el planeta Antichthon, obtendríamos entre ellos dos un nuevo campo variable compartido, con sus propios orbitales.
Si pusiéramos en esa nueva órbita compartida un satélite, por ejemplo a la Luna, ¿qué movimientos y fases describiría vista desde cada uno de los dos planetas? la más chocante consecuencia sería que la luna no circunvalaría en su órbita a la esfera terrestre, como hoy se piensa sin duda ninguna que lo hace.
La órbita de la luna presenta la particularidad de que su plano varía cíclicamente, y se inclina de forma sucesiva 6 grados por encima del plano de la eclíptica (el plano de la órbita terreste) y 6 grados por debajo de él, cada 19 años aproximadamente. Así, el plano de la órbita de la luna puede ser visto como un balancín que sube y baja, con si hubiera un niño sentado en cada uno de los extremos del eje de la órbita y lo impulsara para subir cuando baja. El universo como un Parque de juegos infantiles no es una idea tan mala…
Pero a algunas personas nos marean los balancines. Tal vez por eso sintamos tanta alarma al ver que la ciencia no ofrezca ninguna explicación convincente que justifique el balanceo cíclico de 12 grados de la órbita lunar.
El entrelazamiento de campos cíclicamente variables ofrece muchas posibles combinaciones, ya que las frecuencias de variación pueden estar sincronizadas o desincronizadas, y como entre cada pulsación o ciclo de expansión-contracción se produce un retraso dos frecuencias sincronizadas terminan desincronizándose al cabo del tiempo y luego se vuelven a sincronizar nuevamente.
En este dibujo hemos pintado dos campos de gravedad con los campos contraídos y expandidos. En el centro, en rojo, estaría la órbita de la luna, que partiría desde la derecha, con el campo de gravedad de la tierra contraído, y se dirigiría hacia la izquierda con el campo de gravedad de Antichthon expandido, produciéndose la inclinación de la órbita. Realmente la luna se movería en un plano horizontal, empujada por el campo que se mueve, y este plano el que bajaría desde arriba, produciendo la apariencia de un desnivel.
Al sincronizarse los campos expandiéndose y contrayéndose a la vez, el plano de la órbita sería paralelo al de la eclíptica, no habría inclinación. Después se volverían a desincronizar, pero esta vez de una forma invertida a la primera, de modo que la luna orbitaría ahora más cerca de Antichthon que de la tierra. Así, el campo compartido tiene un movimiento en el plano vertical y otro en el plano horizontal.
Los movimientos del campo compartido en el plano horizontal serían los mismos que se producen en un dípolo. Sería como si la Tierra tuviera carga negativa y Antichthon tuviera una carga positiva, y luego se invirtieran las cargas. Aunque para nosotros no existen las «cargas», pensamos que la materia no tiene dentro de sí una fuerza que atraiga a otras de signo puesto… lo que existe en nuestra opinión es un desplazamiento del espacio, del campo de gravedad, compartido por dos materias cuyas frecuencias de variación van cambiando paulatinamente. La antimateria sería entonces aquella cuyo campo de gravedad entrelazado al de otra materia, tiene su frecuencia de variación opuesta al de ésta.
Para terminar decir que los pitagóricos concibieron también la existencia de un segundo sol al que llamaron Hestia. ¿Sería Hestia un anti sol? si lo fuera, su campo de gravedad estaría entrelazado con el de nuestro sol, y en tal caso habría que pensar si las órbitas planetarias no circunvalarían al sol sino que recorrerían el campo creado por la intersección de los campos variables de los dos soles.
Quienes tengan imaginación y ganas pueden recorrer así toda nuestra galaxia entrelazada con su anti-galaxia, nuestro universo entero y su anti universo, y continuar de este modo viajando sin fin por el espacio infinito…
Otras ilustraciones realizadas para esta entrada:
1. Orbitas opuestas de la Tierra y Antichthon, y situación del eje de las órbitas de los planetas del sistema solar.
2. Movimientos anuales de la luna orbitando en la intersección de los dos campos de gravedad cíclicamente variables entrelazados de la Tierra y la Anti-Tierra. Cambio paulatino de las frecuencias de variación de los campos, que se sincronizarían y desincronizarían periódicamente.
3. Variación cíclica de la inclinación de la órbita lunar siguiendo la sincronización y desincronización periódica de las frecuencias de variación de los campos entrelazados.